Aunque las restricciones legales impuestas por la Administración pertinente jugarán un papel importante en la velocidad de implantación de esta tecnología para usos civiles, en agricultura existe un factor aún más limitante que debe ser considerado. ¿Cuál es el verdadero beneficio para un agricultor? La respuesta no reside únicamente en la imagen (por buena que sea) sino en la información que esta esconde.
Si no conseguimos descifrar, interpretar y validar la información contenida en cada uno de los campos fotografiados para generar recomendaciones de manejo útiles para el agricultor, el potencial de los drones para la agricultura puede quedar en una simple moda.
Nos encontramos actualmente con un mercado en formación, inexperto, en continua evolución y con un creciente interés en esta herramienta de percepción remota con drones. Por este motivo, la principal tarea que debemos abordar es la de difundir ampliamente los casos reales de éxito que vayan surgiendo. Existen ya empresas que ofrecen fiables asesorías agronómicas basándose en mapas generados a partir de imágenes de alta resolución tomadas desde el aire con distintos modelos de drones (multicópteros y alas fijas).
Las principales demandas del sector se centran en mapas que describan las diferencias en el crecimiento y el estado de estrés del cultivo, muestren la variabilidad a escala global y definan la estructura de dicha variabilidad, y todo ello con tamaños de píxel inferiores a 10 cm. Los más conocidos son los mapas que relacionan las bandas de absorción de clorofila (488 y 660-700 nm) y la región espectral del infrarrojo cercano (730-900 nm). Con estas bandas espectrales se calculan índices tales como el NDVI o el PCD, de simple cálculo e interpretación, o algunos más complejos como el TCARI/OSAVI. Estos índices de vegetación se correlacionan con aspectos fisiológicos de la vegetación como la actividad fotosintética, contenido de clorofila o el estrés vegetal, y aspectos estructurales del cultivo como el Leaf Area Índex (LAI), densidad foliar o contenido de biomasa entre otros. Los mapas generados se usan para definir zonas de crecimiento homogéneo en la parcela o unidades de manejo homogéneo, o en casos de parcelas muy variables decidir las acciones de manejo que conduzcan a una homogeneización del cultivo (fertilización, poda, riego, etc.).
El futuro apunta hacia sistemas de detección de plagas en los cultivos, servicio ampliamente demandado por agricultores de distintos sectores. Hay que decir que la detección directa de plagas está en estos momentos en vías de desarrollo científico, y que aunque se han hecho avances en este sentido en diversos cultivos como por ejemplo la viña y los cítricos, no se puede ofrecer todavía un sistema de detección y mapeo de enfermedades. De los resultados obtenidos se desprende la necesidad de imágenes de alta resolución, la idoneidad de los drones para este fin, el uso de sensores sofisticados y sistemas de análisis complejos para llegar a niveles de detección aceptables.
Está en las manos de los técnicos asesores, analistas de datos y operadores de drones asegurar la correcta difusión de esta tecnología, evitar generar falsas expectativas en los potenciales clientes y mantener la creciente y sostenida implantación de la teledetección con drones en la agricultura moderna.